Dos participantes en una maratón pensaron que iban a conseguir llegar juntas a la meta y lograr una victoria conjunta. Sin embargo, no contaban con que otra atleta que les pisaba los talones realizara un último esfuerzo y por una diferencia mínima les arrebatara el primer puesto. Si es que ya lo dice el refrán: no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo.