Balaceras en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río

2024-03-19 4

A bordo de camionetas de lujo, sujetos armados corrían de norte a sur y viceversa sobre el Bulevar Miguel Alemán, en las proximidades del Morro. Los disparos causaron sobresaltos y quebranto en los nervios tanto de los habitantes de Boca del Río como de los montones de turistas que disfrutaban del agua en la playa.

Pero como si se hubieran enterado de que el mar estaba contaminado, o peor aún, como si hubieran visto un tiburón hambriento, comenzaron a salir del mar y a correr, despavoridos, hacia la costa.

Nada de eso, corrían de los disparos que se daban a unos cuantos metros. Fuerzas Armadas y delincuentes se estaban disputándose a unos pasos de la playa, el punto más visitado en estos días.

Muy cerca de allí, los que departían en el restaurante “Paradisse”, de la familia Ferrari, no les quedó de otra más que tirarse al suelo, bajo las mesas, dejando los platos servidos, las copas enfriándose y los bocados a medio comer.

Minutos después, al terminar el incidente, y cuando ambos bandos se habían retirado, de ese local, en los umbrales del desmayo, fue sacada una mujer. Entre varias personas y meseros la metieron al coche de la familia.

Al salir al bulevar, la escena que encontraron era dantesca: camionetas chocadas, coches balaceados, a medio bulevar, destrozados. Como si una mano gigante los hubiera cogido y cerrado el puño hasta triturarlos.

Avanzando hacia Veracruz, no se miran personas en las paradas de camión sobre el bulevar. Ni en la playa. Se han vaciado por completo, en pleno domingo, turístico.

Los conductores circulan sobre el bulevar con recelo, la desconfianza se manifiesta en cada semáforo. Se presta especial atención a camionetas grandes, más si son negras. Si sus ocupantes son hombres, uno trata de alejarse. Pero también hay convoys de Marinos. Tres camiones llenos de elementos fuertemente armados se circularon de Veracruz a Boca del Río.

Por un momento, las personas que están atrapadas en el crucero de La Tampiquera parecen mostrar seguridad. Pero los marinos están tapados de la cara. Solo de miran los ojos y los cañones de sus armas. Metal pavonado y resplandeciente.

En menos de 30 minutos, cuando no se asimilaba la primera descarga de balas, sobre el mismo bulevar, pero del lado de Veracruz, frente al Acuario, una granada rompe la tranquilidad del domingo familiar.

“Se escuchó un golpetazo, y la gente a correr, a gritar, cuando vi, ya estaba un señor tirado en el suelo, lleno de sangre, frente a las palapas”, contó un franelero. Unas personas lloraban a unos metros de donde yacía el cuerpo de una persona. Cerca de allí, una carriola vacía. A los heridos los habían trasladado ya al hospital.

Los turistas que también comenzaron a escapar de la playa miraban a donde el cadáver, vigilado celosamente por los elementos del Ejército. Pero lo que más impactaba era la carriola, virada, también, averiada por las esquirlas de la granada lanzada por desconocidos.

“Venimos de Hidalgo, no conocíamos el mar, y mire, pinche desmadre, que sustote. Ya no regreso a este estado, tiros y granadas por todos lados”, dijo el padre de familia que se apuraba a marcharse, mostrando una desnuda barriga prominente, con la ropa mal puesta, ante la premura por dejar la zona de guerra.

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