Ni "vacas locas" ni sus sabrosas calorías, a la hamburguesa no hay nada que se le resista... ni nadie. Tan a gustito se la zamparon los presidentes Obama y Medvedev entre bocado y bocado de crisis, diplomacia y misiles.
Quién iba a pensar que sus ya 110 años dieran para tanto... recrear el Halcón Milenario de "La guerra de las galaxias", hacer turismo espacial o inmiscuirse en Bolsa con el índice Big Mac.
Aunque inventada en 1900 por Louis Lassing en Connecticut, su inspirador fue el filete de la ciudad alemana que llevó a EEUU la emigración. Los restaurantes pioneros de este menú rápido y barato fueron los White Castle y Tower. A mediados de siglo nacerían los gigantes: McDonald's y Burger King.
Toda ocasión es buena para saborear cualquier variedad. Bastan apetito y unos minutos para que dos rebanadas de pan y su aliada porción de vacuno, pollo o cerdo nos hagan el momento único.
La rica hamburguesa -con Ketchup y mostaza, acompañada de patatas fritas y refresco de Cola- sedujo también a la alta cocina. Desde 2004 Richard Blais, un aprendiz de Ferran Adrià, la sirve en Atlanta con trufa negra, "foie" de pato o sus típicos aros de cebolla, lechuga, tomate y queso, envuelta en cinta de seda.