Protegerse la piel con un filtro solar o abrir una lata de atún son actos cotidianos detrás de los que existe todo un universo de fórmulas químicas que poco dirían a un público no iniciado. Desde hace décadas los científicos han detectado la presencia de lo que han llamado contaminantes orgánicos persistentes, algunos desconocidos hasta hace poco, derivados de los hábitos de consumo de la sociedad tecnológica. ¿Pero somos conscientes de la repercusión que esos compuestos pueden tener sobre el medio ambiente o sobre nuestro organismo?.