El debate entre la leche de almendras y la de avena se ha intensificado en los últimos años, a medida que las alternativas vegetales a la leche de vaca ganan popularidad.
La leche de avena sin fortificar aporta más hidratos de carbono y fibra que la de almendras, lo que puede tener beneficios para el sistema inmunológico y el metabolismo.
La leche de almendras, por otro lado, es rica en grasas monoinsaturadas y vitamina E, pero tiene un bajo contenido en hidratos de carbono, ideal para quienes controlan el azúcar en sangre.
La cantidad de nutrientes añadidos es importante a tener en cuenta.
La leche de almendras suele tener más calcio que la leche de vaca, mientras que la leche de avena se destaca por su sostenibilidad y por sus opciones sin gluten para personas celíacas.
Sin embargo, la leche de avena a menudo contiene azúcares y aceites añadidos, por lo que las personas diabéticas o con enfermedades inflamatorias deben revisar la etiqueta cuidadosamente.
La leche de almendras puede contener aditivos como goma xantana y carragenina, pero ofrece una alternativa baja en carbohidratos y rica en vitaminas.
La mejor opción dependerá de tus objetivos nutricionales, restricciones dietéticas y preferencias personales.
En definitiva, ambas leches son excelentes alternativas vegetales para quienes buscan reducir el consumo de leche de vaca.