Yo espero, deseo, confío y hasta pido que los jueces resistan, pero coincidirán conmigo que el jefe del PSOE y el Gobierno Frankenstein están apretando duro. Y sin disimulo.
La arremetida de Teresa Ribera, vicepresidenta tercera de Sánchez, contra el magistrado de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón, es el más reciente ejemplo de la ofensiva del Ejecutivo socialcomunista contra de la independencia del Poder Judicial en España.
Una muestra más del desprecio por la separación de poderes, que sienten los socialistas y la evidencia de que han asumido en bloque su claudicación ante proetarras vascos y golpistas catalanes.
Saben que su permanencia en el poder les exige alinearse con Junts, ERC y Bildu y actúan en consecuencia.
En un gobierno democrático, en cualquier otro país occidental, Teresa Ribera habría sido fulminada cinco minutos después de haber atacado a García Castellón, insinuando que el magistrado es un ‘prevaricador’, por imputar por ‘terrorismo’ a Puigdemont y a Marta Rovira, en el marco del sumario del Tsunami Democràtic.
Dice la socialista Ribera que el juez es ‘parcial’ y que actúa en “momentos políticos sensibles” y “siempre en la misma dirección”.
No creo que haya que ser un lince para concluir que la obligación de un juez instructor es instruir y que lo chusco seria que no investigase a fondo eso que llaman ‘Tsunami Democrático’, el violento engendro que asaltó el aeropuerto de Barcelona en pleno golpe separatista.
La estigmatización de García Castellón es una muestra del sometimiento del Ejecutivo a los designios de Junts, el partido del golpista Puigdemont ante el que se arrastra el PSOE para mantener a Sánchez en La Moncloa y un aviso a navegantes.
Un mensaje a todos los jueces, para que tengan claro que si no se pliegan a los designios de Sánchez sufrirán todo tipo de hostigamiento y les echarán encima hasta a los periodistas del ‘pesebre monclovita’.
Los jueces, a diferencia de otros funcionarios, son soberanos, gozan de enorme autonomía y tienen la capacidad de resistir, de ser independientes frente al poder político.
Y como decía al principio, espero, deseo y confío que lo sigan siendo, porque nuestro Estado de Derecho, nuestra Democracia, están amenazados.
Parafraseando al Churchill que plantaba cara al ‘blitz’ nazi sobre Londres: ‘nunca tantos, dependieron tanto de tan pocos’.