Pocas veces ha habido tanto consenso en el mercado sobre las previsiones del petróleo. Los recortes de la OPEP, la guerra en Ucrania y las tensiones/conflictos en Oriente Medio solo dejaban un vaticinio posible: el petróleo tiene que subir. Casas de análisis y organismos internacionales previeron que el precio del crudo se acercaría a los 100 dólares. Sin embargo, el petróleo cerró el 2023 por debajo de los 80 dólares. La respuesta a este 'misterio' no es única, pero a medida que se van conociendo datos va cobrando fuerza el impacto de los pozos perforados, pero no completados de EEUU. La rápida y masiva puesta en marcha de estos pozos ha generado una respuesta rápida y contundente que ha impedido que el precio del crudo se dispare.
La crisis del covid y su impacto en los precios del petróleo generó la creencia de que la industria petrolera americana no volvería a recuperar los niveles de producción previos a la pandemia. Sin embargo, la industria del fracking tenía un as en la manga, un 'arma' secreta que ha salido a la superficie cuando más lo necesitaba el mundo, cuando los precios del petróleo se dispararon con la guerra de Ucrania. Esta arma son esos pozos perforados, pero no completados.
La industria define 'pozos perforados pero incompletos' o DUCs (del inglés drilling but uncomplete wells) como una fuente de suministro parcialmente terminada que puede activarse y llevarse al mercado más rápido y a menor coste que un pozo recién perforado o que está por perforar. Los DUCs son habituales entre la industria de EEUU, donde el coste de extraer petróleo es mayor que en buena parte de los países de la OPEP. Mientras que para Arabia Saudí casi siempre es rentable extraer crudo (no depende tanto del precio), las empresas de EEUU tienen más problemas para hacer rentable cada barril de crudo, por lo que les conviene 'guardar' parte de su producción potencial a la espera de unos precios mayores.