El de Antonio de la Torre ha sido un viaje en el tiempo en toda regla: los partidos del Málaga que veía con su padre, sus primeras clases de teatro con Don Joaquín, el viaje en camión que hizo para venir a Madrid y los juegos de niño en los que diseñaba su funeral: "Yo fantaseaba con mi entierro para saber quién iba y quién no. En el fondo las dos profesiones que he elegido, la de periodista y la de actor, tienen un gran componente narcisista. Además, aprovechaba el juego para vengarme de los que me caían mal, de esa amiga que había pasado de mi...", ha contado entre risas el actor. "Yo siempre pensaba en mis ex diciendo qué tonto fui, cuánto la quería", ha añadido Mara Torres.
No sorprende escucharle hablar de la muerte con tanta simpatía y naturalidad, aunque no es lo habitual. Su padre falleció cuando él tenía 18 años y eso le dejó una huella imborrable: "Yo creo que si no hubiera ocurrido esa desgracia no hubiera peleado tanto en la vida. Cuando se iba a morir le prometí que me sacaría una carrera, pero él ni me escuchó. Con el paso de los años supe que me lo dije a mí mismo". Su madre era prácticamente analfabeta y se quedó viuda con cincuenta años, así que Antonio de la Torre se puso a trabajar mientras estudiaba su carrera: "Trabajaba por las mañanas haciendo albaranes en una empresa de transportes y por la tarde iba a la universidad".
Él no fue testigo de su éxito, de sus 14 nominaciones a los Goya, de sus más de 80 películas y de sus pinitos como periodista en Canal Sur. Su madre tuvo más suerte. No le vio en su primer trabajo como actor, en Lleno, por favor, pero sí que tuvo el placer de leer una de sus primeras notas de prensa. "Era un comunicado en el que anunciaba que había una reunión de comerciantes de zapatos. Era un tostón, pero me empeñé en firmarlo y que apareciese mi nombre porque por aquel entonces me creía Paco Umbral".