Congelar alimentos es una forma muy útil de evitar el desperdicio de comida y ahorrar dinero, pero no todos los alimentos se pueden congelar.
Aunque los pepinos y la sandía se congelan bien, una vez descongelados se vuelven blandos y empapados.
La pasta cocida nunca debe congelarse, ya que su textura cambia por completo una vez descongelada.
El café tampoco debe guardarse nunca en el congelador, ya que puede absorber el olor de los alimentos congelados.
Los alimentos fritos acumulan humedad cuando se congelan y quedan muy empapados al descongelarlos.
El interior del huevo se expande al congelarse, lo que puede provocar grietas y fugas que ensucian el congelador.
La lechuga y otras verduras para ensalada se vuelven acuosas, mustias y blandas al congelarse.
El yogur, la nata y otros productos lácteos se separan y cuajan al descongelarlos.