Basta que el rufián de marras se declare antiespañol o se perfile como una amenaza para lo que entendemos por Occidente, Cultura Judeocristiana, Familia o Sociedad de Mercado.
Es un mal que aqueja a toda Europa, a Canadá e incluso a Estados Unidos, pero aquí -en la vieja y cada ves mas deshilachada ‘piel de toro’- tiene peculiaridades.
Basta ver el cariño con que Sánchez y los dirigentes del PSOE se abrazan a Otegi y los herederos morales de los psicópatas que, hace poco más de una década, descerrajaban balazos en la nuca de dirigentes socialistas y todavía festejan aquellos crímenes.
O los masajes que prodigan a Puigdemont y a esa racista derechona catalana que califica por escrito a los castellanohablantes y por tanto a ellos, de 'bestias, hienas, víboras o carroñeros’.
En esto último, así como en el amor a Txapote, palpita un oscuro componente masoquista.
Otra cosa es lo del fanatismo islámico. Ahí, como el cariño por el chavista Maduro o el sandinista Ortega, la clave es su carácter ‘desestabilizador’.
Los botarates de la Coalición Frankenstein, los mismos que gritan histéricos porque Rubiales le estampó un beso a Jenny Hermoso, ven a unos milicianos de Hamas ultrajando el cadáver desnudo de una chavala, que asistía a un concierto por la paz en las inmediaciones la Franja de Gaza y cargan contra Israel.
Automáticamente. Es un movimiento reflejo similar al baboseo de los perros de Paulov, cuando escuchaban la campaña que anunciaba la llegada de la carne.
Esta nauseabunda relación no es exclusiva de los políticos de Sumar y compinches. Afecta también y de forma intensa a los periodista de la ‘Brunete Pedrete’.
Maruja Torres, que sigue tan repelente como siempre pero algo más chocha, ha escrito intentado ir de graciosa: "Parece que al Gobierno Israelí no le ha servido para nada el sistema de interceptación telefónica Pegasus”.
Esto, a propósito de los bebés decapitados, las adolescentes violadas, las mujeres secuestradas y las familias israelíes masacradas en sus casas.
Escolar Ignacio, que tiene más sentido común que la vieja Maruja, esquiva la palabra ‘terrorista’ y sentencia aséptico: “Israel declara el estado de guerra tras un fuerte ataque sorpresa de Hamás”.
La arruinada Cadena SER también opta por la ambigüedad y habla de cadáveres "encontrados en el desierto donde se celebró un festival".
Como si los cuerpos mutilados de los casi 300 jóvenes, que disfrutaban de la música en vivo al aire libre cuando fueron masacradas por los terroristas, hubieran brotado de la arena.
Les voy a ahorrar los balbuceos de Errejón y las memeces de Yolanda Díaz alias ‘Lady Cohete’.
Incluso voy a pasar por alto ese "corta lo de los bebés", que sonó en LaSexta de Cristina Pardo e Inaki López, cuando su corresponsal informaba de la última atrocidad de Hamas en la zona.
A lo que no me resisto es a reseñar que Julio Rodríguez, antiguo jefe del Estado Mayo de la Defensa de España con Zapatero y miembro destacado de Podemos, justifica sin ambages lo