Un aviso tanto a los votantes del PSOE como a los españoles en general.
Carlos Alsina, en su editorial de este 25 de septiembre de 2023 en 'Más de uno' (Onda Cero), descubre la trampa que prepara Pedro Sánchez para metérsela doblada a los electores que confiaron en la marca socialista como al resto de los ciudadanos y que tiene que ver, cómo no, con la amnistía:
Por cierto, de los autores del 'no lo llames amnistía, llámalo alivio penal' llega ahora 'no lo llames engaño, llámalo colchón'. Ésta es la nueva aportación al diccionario de metáforas políticas de 2023. Lo leí ayer en 'El País': 'Sánchez prepara el colchón político para la amnistía'. Dices: ¿colchón porque amnistiará a quien haga falta y se echará a dormir? No. Colchón porque empieza a preparar a sus electores para su salto más arriesgado, decía la información, el carpetazo judicial del procés.
Carpetazo sí se entiende bien: consiste en atar de manos a los jueces que ya instruyen causas judiciales impidiéndoles seguir adelante con el argumento, hecho ley, de que todas las responsabilidades penales derivadas del procés, juzgadas o por juzgar, quedan extinguidas. Recuérdese que a Puigdemont no se le puede indultar porque aún no ha sido condenado. Tampoco, en realidad, amnistiar por el mismo motivo.
Para el director de 'Más de uno' lo sustantivo es que el movimiento que tiene Sánchez en mente es una forma sutil de estafar a quienes le respaldaron en las urnas y, de paso, lanzar otro mensaje, que le importan una higa los españoles en líneas generales.
Y es que, subrayó Alsina, a Sánchez le da lo mismo que nadie entienda su operación porque para él alcanzar la investidura a cambio de conceder la amnistía es algo que, directamente, no le preocupa:
De ahí que lo que se esté urdiendo es la neutralización de la causa judicial para que ni siquiera pueda ser juzgado. Amnistía preventiva. Interesante que la información de 'El País' diga que Sánchez ha empezado a preparar a sus electores, y no a todos los ciudadanos. Es una forma de admitir dos cosas: que sus votantes tienen serias razones para sentirse estafados (hasta el 23 de julio la amnistía ni era posible ni era deseable); y que el resto de los ciudadanos no están en la cabeza del presidente, con que los suyos le compren la mercancía que ahora toca, le vale. Si el resto del país no entiende que una amnistía es un precio como cualquier otro por siete votos en una investidura, es su problema. Eso, al presidente no le afecta.