No tiene sentido edulcorar el drama.
Lo miremos como lo miremos, a estas alturas de 2023, quien manda aquí es el fugado Puigdemont.
El malandrín separatista, con el socialista Sánchez de mamporrero, tiene hoy en sus manos el Gobierno de España.
Fíjense como será la cosa que, desde hace unos días, adorna un parque de Barcelona un mural donde aparecen tiernamente enlazados, morreándose, el golpista y el felón.
Salta el impúdico beso a prime plano cuando se confirma que Sánchez ha comunicado a los sediciosos que está apañada la amnistía y estos suben la apuesta y exigen que la claudicación se materialice antes de sentarse a negociar.
Cuando la pasada semana, Puigdemont desgranó desde Waterloo, sus condiciones, en el PSOE se pusieron como castañuelas, porque el capo de Junts no añadió a sus exigencias inmediatas un referéndum de autodeterminación.
Dieron por supuesto y de hecho ya lo anuncian, que la investidura de Sánchez está garantizada: 178 votos a favor.
Ninguno de los paniaguados del ‘pesebre sanchista’ pareció reparar en un detalle crucial: Puigdemont exige la amnistía antes de que la derechona catalana de toda la vida, ladrona y pesetera, alinee sus 7 diputados con los de Bildu, ERC, PNV, BNG, Sumar y demás zarrapastrosos.
Si Sánchez acepta, el capo de Junts podría hacer con él lo que quiera. Hasta liquidarlo.
El escenario más temido por el jefe de los socialistas no es una repetición electoral.
Es ir a elecciones generales en enero de 2024 llevando en la frente el cartel de incauto, el de pardillo, el del traidor que vulneró la Constitución para urdir una amnistía y, aun así, no consiguió que los beneficiarios le invistieran presidente.
¿Imaginan que el capo de los golpistas, una vez conseguido su propósito, le dice que verdes las han segado?
¿Que va a por todas y prefiere que haya elecciones para capitalizar en Cataluña las horas de televisión, los artículos y blanqueamientos que le ha regalado el Gobierno Frankenstein?
Cuando fracase la investidura de Feijóo, veremos como los pichaflojas salen en tromba pidiendo al líder del PP que, ‘por responsabilidad’, entregue los votos del PP para que Sánchez pueda ser presidente sin pagar chantaje a Puigdemont.
Si escuchas a Felipe Gonzalez, Page y otros ‘sociatas’ de relumbrón, resulta que a todos les espanta tanta sumisión ante los enemigos de España, pero ni uno solo anuncia que deja el PSOE por putrefacto o renuncia a seguir chupando del bote.
El ‘disidente’ Lamban, ese barón socialista que dice que la amnistía no cabe “ni de lejos” en la Constitución y que, de materializarse, “nos introduciría en una deriva muy peligrosa a los españoles”, acaba de agradecer a su superior que le haga senador autonómico.
La propaganda gubernamental, difundida a los cuatro vientos por la ‘Brunete Pedrete’, insiste en que hay que poner el ‘contador a cero’.
Que ahora reina la tranquilidad en Cataluña y que fue el malvado PP el que provocó la revuelta independentista, pero la realidad es que desde Sánchez ‘okupa’ L