Sergio Vega se preparaba para su próximo show, sus músicos lo esperaban en Alhuey, en el municipio de Angostura. Estaba todo preparado para hacer bailar al público al son de los ritmos norteños. Sergio subió a su Cadillac rojo acompañado por su asistente, Sergio Montiel Ávila, y emprendieron viaje.
Ana Luisa Gómez, estaba cenando en Monterrey a las 20:15 cuando su teléfono sonó, Sergio Vega, el Shaka, la estaba intentando contactar. Atendió y él le dijo que lo estaban siguiendo, ella se sonrió y pensó que estaba jugando, por cierto eso era algo que hacía con frecuencia. Pero esa vez no fue así, sumamente nervioso, comenzó a gritarle y Ana entendió que era verdad. Alguien lo estaba persiguiendo y seguro con las peores intenciones.
Ella se alertó y mientras continuaba con Sergio al teléfono, comenzó a avisar a las personas que estaban junto a ella para que llamaran a amigos y pudieran ayudarlo. Todos formaban parte de una cadena silenciosa de búsqueda, desesperación y de impotencia por saber que algo terrible estaba por ocurrir, y no podían hacer mucho o simplemente nada para socorrer a un amigo.
¡Me siguen, me siguen, me siguen!. GRITABA
Esas fueron las palabras de Sergio, que se acallaron de pronto… para darle lugar al sonido de una balacera, Ana Luisa oyó disparos, disparos y más disparos y un silencio ensordecedor la paralizó por completo...
