Está la ‘plutocracia’, que es el vocablo de origen griego con el que denominamos una sociedad controlada sólo por los ricos.
La ‘cleptocracia’ es cuando mandan los ladrones y el ambiente se impregna de corrupción y nepotismo.
De todo eso tenemos en España pero, a la hora de designar nuestra precaria democracia, el termino adecuado, el que mejor se ajusta a nuestra triste realidad, es ‘ineptocracia’.
No soy yo el genio que acertó con la palabra, sino el catedrático de Filosofía, académico y escritor francés Jean d’Ormesson, pero la etiqueta nos viene al pelo.
La ‘ineptocracia’ es lo opuesto a la ‘meritocracia’.
Es un gobierno en el que los menos preparados para dirigir son elegidos por los menos preparados para producir.
Un sistema donde quienes viven del cuento son regados con subvenciones, pagas y servicios financiados con los impuestos confiscatorios, con los que políticos listos y sin escrúpulos gravan el trabajo, los bienes y los ahorros del menguante sector de la sociedad que madruga, trabaja y se afana para salir adelante cada día.
¿A qué les suena?
Como no les va a sonar si es el modelo que tenemos vigente desde hace cinco años y se ha marcado como meta definitiva el socialista Pedro Sánchez, que pasea mucho en Falcon pero funciona con los siniestros parámetros de un peronista argentino.
El jefe del PSOE tiene muy claro que una de las claves de la ‘ineptocracia’ y por tanto de que él vaya sobreviviendo a una elección tras otra, estriba en ir ampliando el número de ‘vividores’.
Y de ahí que jamas haya puesto o vaya a poner el acento en incrementar la productividad, el contingente de emprendedores o el nivel académico de nuestros jóvenes, sino solo el de mantenidos, empleados públicos y dependientes de ‘Papa Estado’.
Esta mañana se publicaba que la mitad de los españoles mayores de 18 años depende ya de una ayuda, una pensión o un empleo público.
Eso, mientras se rodea de manadas de asesores inútiles y de ministros cenutrios.
En la funesta legislatura que se avecina, bajo el padrinazgo de Puigdemont, no sufriremos otra vez a Irene Montero y su ‘Banda de la Tarta’, pero nos volverán a caer encima percebes como Patxi López, ese que inquirió ‘¿cual de ellos’ cuando le preguntaron en televisión si conocía el Principio de Arquímedes.
Y con semejante zopenco, si Dios no lo remedia, retornarán la histérica Chiqui Montero, el canapero Bolaños y por supuesto Rufián, Otegi, Page y demás malandrines.
Si no lo tenían claro, se lo recuerdo yo: “el contingente de gente estúpida es el más peligroso del mundo”.
Y en España, merced a este PSOE infame, lo tenemos hasta en la sopa.