Es más culpable que Judas.
Me refiero, como ya habrán adivinado todos ustedes, a Pedro Sánchez, jefe del PSOE y cocinero de la Coalición Frankenstein.
Y estoy hablando del maremágnum del voto por correo.
Porque no se si saben ustedes que ya sabemos que hay 450.000 españoles que no van a poder votar, porque no han recogido las papeletas pertinentes.
Salta a la vista que Sánchez eligió el 23 de julio como fecha para las elecciones generales con la perversa intención de que cientos de miles de españoles no pudieran ejercer su voluntad política y manifestarla en las urnas.
De los 52 domingos que tiene el año, evidenciado su escasa fe en la democracia, el tipo escogió uno de los más complicados y no sólo por el abrasador calor.
Sabía o debería haber sabido que Correos no estaba preparada para hacer frente al aluvión de solicitudes, que carecía de personal y medios para procesar y repartir la documentación a tiempo.
De momento, de acuerdo con las cifras oficiales, ya sabemos que hay miles de españoles que se han ido de vacaciones sin llegar a votar, porque daban por supuesto que les llegarían los sobres antes de emprender viaje y no ha sido así.
Y la culpa no es de Correos. Ni siquiera de Juan Manuel Serrano, ex jefe de Gabinete de la Comisión Ejecutiva Federal del Partido Socialista, a quien Sánchez colocó a dedo como mandamás de la empresa pública.
El pecado, el fallo, el delito es de Sánchez.
Cierta cuota en el desastre, corresponde también una Junta Electoral Central, que no sabemos exactamente para que sirve y que tendrá que explicar, si en este país llamado España hay leyes y se respetan, como es es posible que en un democracia europea no puedan ejercer su derecho constitucional al voto tantos ciudadanos.
Por la torpeza de de quienes nos gobiernan.
¿Quién es el responsable de que dos millones y medio de españoles, el doble que en los comicios anteriores, se precipitaran a solicitar el voto por correo?
Sánchez, porque el caos actual es a todas luces lo que buscaba el muy caradura.
Él y solo él es quien alimenta las suspicacias sobre la limpieza de nuestra democracia y las sospechas de fraude.
Cuanta menos participación haya el próximo domingo, más posibilidades tienen estos facinerosos de reeditar el Gobierno Frankenstein.
Así que ya saben: Todos a a las urnas y a Sánchez… que le vote Txapote.