La destrucción de la presa de Nova Kajovka, sobre el río Dniéper, en la región ucraniana de Jersón, es el mayor ataque contra una obra de infraestructura civil en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
La devastación que ha provocado tiene graves consecuencias demográficas, económicas y ecológicas, incluso de impacto global. Las aguas del Dniéper arrastran a su paso con sedimentos, coches, casas, árboles, minas y armamento, así como sustancias tóxicas o aceite de motor.
Decenas de miles de personas se verán obligadas a desplazarse. Unas 50.000 hectáreas de tierras de cultivo y bosques han quedado inundados, y 20.000 animales están amenazados. Las autoridades ucranianas denuncian este “ecocidio”.
Olehsky es una población bajo ocupación rusa, en la ribera izquierda del Dniéper. Ha quedado anegada. Los ucranianos en la zona rusa han quedado abandonados a su suerte.
Jersón, con 300.000 habitantes, es la mayor población afectada y se sitúa en la zona ucraniana. Los rusos no han dejado de bombardear mientras los servicios de emergencia locales y voluntarios realizan las evacuaciones.