Durante los siglos XVIII y XIX la superstición y el desconocimiento científico fomentaron la creencia en cadáveres que regresaban de entre los muertos para sembrar el terror entre los vivos. Durante esos siglos XVIII y XIX, una plaga de vampirismo recorrió Europa.
En la actualidad la ciencia mejor preparada ha hallado posibles explicaciones científicas a los casos de vampirismos de aquella época que entonces no podía explicar.