Científicos británicos, estadounidenses y ecuatorianos descubrieron un inmenso, antiguo y prístino arrecife de coral en las profundidades de la reserva marina de las Islas Galápagos, que puede ayudar a entender los entornos oceánicos del pasado y así comprender mejor el cambio climático moderno. El arrecife, localizado a una profundidad de entre 400 y 600 metros, en la cima de un monte submarino no cartografiado, se extiende por varios kilómetros entre las islas Santa Fe y San Cristóbal, en la parte central de la plataforma del archipiélago Galápagos.