Braga (Portugal), 9 mar (EFE).- A los pies del "Bom Jesus do Monte", un mirador regala una panorámica de Braga. El santuario, Patrimonio Mundial de la UNESCO, hace de la ciudad el "centro espiritual" de Portugal, pero no es el único: su catedral es la más antigua del país y sus más de 40 iglesias le han valido el apodo de "la Roma portuguesa".
Sin embargo, Braga no quiere reducirse únicamente al turismo sacro y, en los últimos años, ha ido virando hacia un concepto más amplio y proyectándose como "una ciudad joven, vibrante, que tiene una mezcla única entre historia y juventud, entre tradición e innovación", explica a EFE su alcalde, Ricardo Rio.
"Tradicionalmente, Braga estaba vinculada con todos los rasgos turísticos religiosos que tenemos en la ciudad", explica Rio, pero ahora a ese valor "se suma una actividad cultural muy activa, grandes conciertos internacionales, congresos e iniciativas deportivas" que promueven, apunta, "un equilibrio entre el turismo y la calidad de vida de los ciudadanos".