(Reuters)- Pocas cosas hay más argentinas que un asado. Y pocas cosas emocionan más que Argentina en un Mundial. Por eso la afición hace lo imposible por animar a su selección en el mundial de Catar pese a las dificultades del país. Para muchos es una religión. Da igual que se celebra cada cuatro y que haya otras oportunidades. A ninguno se le pasa por la cabeza que la albiceleste gane el mundial y no estar allí. El de Catar puede ser la última oportunidad de Messi de seguir los pasos de Maradona. La hinchada argentina lo acompañará a la gloria o al fracaso.