La izquierda sanchista ultima ya los preparativos para perpetrar, si lo creyeran menester, un golpe de Estado en los próximos meses. A algunos les puede parecer una barbaridad lo que estoy diciendo, pero ya ocurrió en España en 1934. Dos años después estalló una guerra civil, la última de las que ha sufrido este país, la penúltima concluyó en 1874.
Derogado ya el delito de sedición, los golpistas catalanes podrán volver a dar otro golpe en Barcelona, como en 1934. No sólo no les ocurrirá nada sino que les va a respaldar la ley. Los socialistas, que ya blanquearon a los etarras, se han encargado de ello. Con una situación económica catastrófica, con un gran número de gente que lo está pasando muy mal, pretenderán volver a instrumentalizar a buena parte de los ciudadanos y lanzarlos contra quienes consideran los responsables de sus males que, por cierto, hace años que no gobiernan: la derecha y de paso el gran capital, la CEOE.
Lo último ha sido sacar a las calles a cien mil o a doscientos mil, que tanto da, entre médicos instrumentalizados, liberados sindicales, políticos fracasados como Mónica García o Íñigo Errejón y a los intelectuales 'de la ceja', multimillonarios que no pisan un ambulatorio público desde que estaban en la cuna. Este es el otro ariete que planean utilizar cuando Feijóo y Abascal lleguen al poder.
Salen a la calle contra Ayuso porque ni a Feijóo ni a Abascal les consideran una amenaza. Si así fuera, hubieran chillado contra ambos. Chillan contra Ayuso, a la que ven como único bastión, como único muro de contención que tienen los comunistas en Madrid y en el resto de España.