El tercer mundial fue organizado por Italia en 1938, aún bajo el régimen de Benito Mussolini, quien volvió a ordenar a sus jugadores poner en alto el nombre de su país y sino la muerte los esperaba.
El resultado fue victoria para Italia en la final ante Hungría por 4-2. Al final del encuentro, el húngaro Anta Szabo confesó: “nunca en mi vida me sentí tan feliz por haber perdido. Con los cuatro goles que me hicieron, salvé la vida a once seres humanos”.
Cuatro años después el mundial regresaba a Sudamérica, ahora el país sede era Brasil, el favorito para ganar, sin embargo se toparon en la final ante el poderoso Uruguay, ganador de la primera Copa del Mundo quien se encargó se silenciar el Estadio Maracaná con más de 200 mil espectadores.