En Pomuch, un poblado maya al sureste mexicano, familias enteras se reúnen durante el mes de octubre para limpiar los huesos de sus difuntos y prepararlos para el Día de Muertos. “Igual que los vivos nos bañamos, hay que arreglarlos para que estén contentos”, dice el sepulturero. La costumbre tiene 150 años y atrae al turismo, aunque muchos jóvenes se alejan de ella.
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