Que los sediciosos catalanes y los proetarras que pasean por los pasillos del Congreso anhelen la impunidad, es natural. Estúpido, pero natural. Que los comunistas lo apoyen, es normal dentro de su aberrada anormalidad. Que el socialismo español, por un puñado de parné presupuestario, lo negocie, es coherente con su trayectoria de rendición. Pero que el Partido Popular continúe negociando con la izquierda la renovación de los órganos de Gobierno del Poder Judicial, mientras esa misma izquierda maniobra para conceder impunidad al secesionismo, es demencial e incomprensible.