No se dejen engañar.
No permitan que los tertulianos de plantilla y la cuadrilla de políticos, que están siempre al sol que más calienta, les coman el tarro.
Lo mejor que podría ocurrir es que Feijóo no se ponga de acuerdo con Sánchez.
Ni en la Justicia, ni en nada.
En España esta sobrevalorado el pasteleo.
Desde la Transición para acá se mitifica el ‘consenso’, como la quintaesencia de lo bueno y es un error mayúsculo.
Con Sánchez y ese PSOE sectario, que apuntala el separatismo en Cataluña, chalanea con los terroristas en el País Vasco y bendice la ingeniería social de Podemos, no se puede ni se debe ir a lado alguno.
Excepto a las elecciones y para mandarlos a casa.
Lo mejor para los españoles, llegados a este punto, es que Feijóo fije la vista en las urnas y se dedique con ahínco, en el año que nos resta de purgatorio, a desgastar a este régimen infame.
Si crees tener la razón, en política como en casi todo en la vida, lo moral, lo correcto, lo sublime es luchar con denuedo por tus ideas.
No ponerlas en almoneda como tantas veces ha hecho el PP.
Lo más sano para nuestra convivencia y para el buen funcionamiento de las instituciones no ha sido durante el ultimo medio siglo que populares y socialistas se repartieran en lotes el Poder Judicial.
Tampoco que Rajoy, que en 2011 sacó el 45% de los votos y contaba con 186 diputados, obviara su holgada mayoría absoluta y en lugar de derogar la inicua Ley de Memoria Histórica de Zapatero o promulgar una Ley de Educación decente, optara por la contemporización con la izquierda.
Esa misma izquierda que ha sacado adelante una 'ley trans', que permite la autodeterminación de género, es decir, el cambio de sexo en el Registro Civil a partir de los 14 años, con el simple trámite de entrar y decir que te llamas Ramón pero te sientes Mari Pili o que tu nombre es Vanesa, pero quieres ser Antonio.
Creo que el PP, con los escaños de VOX, llegará a la mayoría absoluta en las próximas Generales.
Feijóo entrará en La Moncloa y tiene tarea desde el primer día.
Así, a vuelapluma, se ocurren algunas de leyes que debería derogar:
La primera, ese engendro soviético que es la Ley de Memoria Democrática de Sánchez, porque los proetarras de Bildu no puede ser los notarios que reescriban la historia de España.
La segunda, la Ley de Educación, más conocida como 'ley Celáa’.
La tercera, la delirante y censora Ley de Secretos Oficiales
Hay otras, desde la del aborto a la ‘trans’, sobre las que los populares pasan de puntillas, pero que exigen, por decoro y sensatez, una revisión a fondo.
Veremos que pasa, pero en política, tan importante como ganar, es ser coherente, hacer aquello en lo que crees y no defraudar a los que te votaron.
