Cada día estoy más convencido de que Pedro Sánchez adelantará las generales y hasta me atrevo a darles fecha: 28 de mayo de 2023.
Puedo equivocarme, como lo he hecho tantas veces y en tantas cosas, pero huele a adelanto electoral y a que, en una nueva cabriola, el amoral jefe del PSOE hará coincidir municipales y autonómicas con legislativas.
No se dejen confundir. Sánchez no está en agenciarse la presidencia de la Internacional Socialista o postulándose para un cargo de relumbrón en Europa.
Ni siquiera en la pasta, aunque haya forrado a la empresa de sus padres.
Lo del dinero vendrá después, como Felipe González, Zapatero, Bono, Pepiño Blanco o Avalos.
Ahora, el gran mentiroso está en renovar el Gobierno Frankenstein y seguir otros cuatro años durmiendo en La Moncloa.
Sánchez no quiere arreglar los problemas de los españoles; solo pretende mantenerse en el poder y confía todavía en lograrlo, a pesar de lo que pronostican las encuestas.
Los gurús socialistas aceptan ya que Feijóo ha abierto brecha y que si los españoles pudieran votar hoy, el centroderecha -sumando los escaños de PP y VOX- llegaría a la mayoría absoluta.
También saben que el líder popular les ha tomado la delantera fijando el terreno de juego: los impuestos.
Pero no dan todo por perdido. Confían, como tantas veces, en la polarización.
El socialismo español no ha hecho otra cosa en las últimas décadas que enfrentar a una España con la otra.
Lo hizo Zapatero, que resucitó el guerracivilismo y ha seguido Sánchez, quien comenzó con Franco y ha terminado con esto de los ricos y los pobres.
Es difícil que la táctica le de resultado y no sólo porque los políticos de PSOE y Podemos aprueben subirse el sueldo en plena crisis o porque su contraofensiva fiscal apeste a sectarismo.
La mayoría de los españoles, un 60% según los sondeos, se considera de ‘clase media’ y está sufriendo de forma cruel la inflación, la subida de precios y las pifias del Gobierno socialcomunista.
Los ciudadanos no van a dejarse engatusar, pero hay muchos ayuntamientos y regiones gobernadas por socialistas y Sánchez, que se pasa la vida haciendo números, cada día está más convencido de que si une su destino al de alcaldes y presidentes autonómicos sacará un 5% más de votos y que con eso, con los proetarras, los golpistas, el PNV y otros zarrapastrosos, puede llegar a los 176 diputados.
Ojo al parche, porque restan exactamente 237 días para ese ‘superdomingo’ electoral, en el que nos jugaremos el destino de España.