Desde que asumió el trono tras la muerte de su padre el 6 de febrero de 1952, la reina Isabel II, fue un símbolo de estabilidad mientras Gran Bretaña negociaba el fin del imperio, el amanecer de la era de la información y la migración masiva que transformó al país en una sociedad multicultural.
A lo largo de su mandato, la Reina también creo un vínculo con el pueblo de Gran Bretaña a través de una serie aparentemente interminable de apariciones públicas inaugurando bibliotecas, hospitales y otorgando honores a ciudadanos merecedores.