Kremenchuk (Ucrania), 29 jun. (EFE).- (Imagen: Luis Lidón y Orlando Barria) Lyudmila sostiene con una mano temblorosa el móvil en el que muestra la foto de su hija, Tatiana, una chica de 22 años que trabajaba en el centro comercial de Kremenchuk atacado con un misil ruso el lunes. No sabe nada de ella desde entonces y su angustia, como la del resto de familiares de los 21 desaparecidos, aumenta cada hora.
Lyudmila, de 55 años, aguarda una respuesta en un banco situado a escasa distancia del memorial con flores surgido cerca del lugar de la tragedia. Allí acuden muchos ciudadanos emocionados hasta las lágrimas para rendir homenaje a las víctimas.
Junto a las flores hay muchos peluches, que en Ucrania se han convertido en un símbolo de las víctimas inocentes de las guerra.
Edición y Locución: Alejandro Navarro Bustamante