Una inundación suele ser una desgracia, pero los vecinos de la anegada Demydiv se sienten orgullosos de haber contribuido a salvar Kiev después de que el Ejército ucraniano abriese en febrero una presa para frenar el avance ruso hacia la capital.
"Esto era como Venecia. A veces también nos movíamos en botes", relata uno de los vecinos, Volodímir, con esa mezcla de estoicismo y resignación tan propia de los ucranianos.