Pleno del Congreso, el del pasado miércoles 8 de junio, muy del gusto del gobierno mezclando unos asuntos
con otros que nada tienen que ver entre sí y al final diluir las explicaciones.
Pedro Sánchez mezcló en su comparecencia la rendición de cuentas parlamentaria sobre el viraje de la política exterior española en la cuestión del Sahara con la cumbre de la OTAN del próximo 29 de junio en Madrid y las últimas medidas económicas del ejecutivo. Una cumbre de la Alianza en la que los líderes internacionales vienen aleccionados porque les han advertido ya, tanto de que pueden ser espiados como de que medio gobierno de España está conformado por comunistas a los que no les gusta la OTAN.
No es novedad que se haya visualizado que el grupo socialista y el propio Sánchez están 'solos de toda soledad'. Sus tradicionales aliados parlamentarios no solo les ridiculizan en público sino que les orinan en la cara para que luego los socialistas se vean obligados a decir que está lloviendo. Echenique le recordaba al presidente que España tiene que cumplir sus compromisos internacionales en torno al Sahara y ser respetuosa con los mandatos de la ONU. Algo en lo que, sin que sirva de precedente, el comunista y ex miembro de Ciudadanos, Pablo Echenique, no va desencaminado. A Sánchez le da igual porque va a lo suyo. Solo repite que hasta que él llegó a La Moncloa, en España nadie tenía ni idea de política exterior: ni Fernández Ordóñez, ni Fernando Morán ni Josep Piqué. El adanismo y el narcisismo del personaje es ya digno de mejor causa y está empezando a preocupar, incluso desde el punto de vista psiquiátrico, incluso a los más entregados a la causa socialista hasta hace pocas semanas.