Lo de este país, llamado España, es de aurora boreal.
Tenemos un Gobierno, presidido por un tramposo más presumido que un quinto mal hecho y compuesto por dos docenas de sumisos ineptos, dedicado día y noche a convertir España en uno de los lugares más agilipollados del Planeta Tierra.
Es de coña.
Con una inflación del 8,3 %, más parados que ningún otro estado de la Unión Europea, una tasa de abandono escolar sin parangón, los separatistas saltándose a la torera las sentencias judiciales, los proetarras metiendo el hocico en lo servicios de inteligencia, los precios de la gasolina, el gas y la comida por las nubes y una guerra atroz en Europa, el único asunto en el trabaja esta panda es la menstruación femenina.
Me refiero a la propuesta de Irene Montero, la que usa como empleadas de hogar a sus guardaespaldas y ha convertido a una alta funcionaria en cuidadora de sus niños, de dar tres días de baja pagada a toda mujer que alegue sufrir menstruaciones dolorosas.
A mi me choca que, aquejados por el ‘invierno demográfico’, cada vez con menos habitantes y más ancianos, todo el énfasis se ponga en facilitar el aborto y la eutanasia, pero esos son temas tan profundos, complejos y trascendentales, que no se pueden solventar aquí de un plumazo. De la cultura de la muerte a la que están abonados los progres, ya hablaremos otro día.
Volviendo a lo de la menstruación de las españolas, tema al que en las semanas pasadas se han dedicado con aplicación Nadia Calviño, Escrivá y otro preclaros cerebros del ejecutivo socialcomunista, coincidirán conmigo en que no es de recibo que el tono lo marquen la ministra consorte y esa ‘banda de la tarta’ que tiene colocada en el Ministerio.
Mi impresión, a la vista de lo que ha ocurrido reiteradamente desde que el líder del PSOE se metió en La Moncloa, es que el único objetivo es hacer ruido.
Se trata de entretener al público con la quincalla de la propaganda ‘progresista’, para que no se hable de la crisis, de la subida de precios, de la sentencia de los EREs o de la claudicación ante los amigos de los terroristas y los enemigos de España.
Y en esa labor, cuentan Sánchez y compinches con la inestimable ayuda de los tertulianos de plantilla, esos todólogos que pontificaron sobre la pandemia, dieron lecciones magistrales sobre lava de volcán, disertan sobre estrategia en Ucrania y ahora parecen todos ginecólogos.
Como les decía al principio: España al borde del colapso , Europa en llamas y Pedro Sánchez, con la regla.
¡Manda huevos!