Luego de aguardar el festejo un año, el Barrio Chino de la Calle de Dolores se llenó de color, gente, comida y con restaurantes concurridos. Los adornos, los sombreros, tigres, pan al vapor y ramen, combinado con comerciantes capitalinos que muy a su estilo metieron productos diversos para la venta, dieron vida a esta tradición en la Ciudad de México.