Lo dramático es que se podía haber evitado y a estas horas, Alex, el niño de 9 años asesinado en Lardero, estaría correteando por el patio del colegio y no enterrado en el cementerio.
Detrás de la muerte del chaval hay una serie de errores garrafales y todos atribuibles al Ministerio del Interior que dirige Marlaska y depende del socialista Sánchez.
Al crío lo ha matado un pervertido llamado Francisco Javier Almeida, que ha pasado la mitad de sus 54 años en prisión y tenía antecedentes por agresión sexual y homicidio. Un tipo que seguía siendo responsabilidad de Interior.
A la hora de enumerar las pifias cometidas por Marlaska y su equipo, se me ocurren a botepronto varias.
La más letal fue no hacer caso a la Junta de Tratamiento de la prisión -compuesta por personal que conoce mejor que nadie los riesgos que entraña la puesta en libertad de un preso- y conceder a Almeida el tercer grado dejándolo en la calle.
Hubo más pifias, incluidas no custodiar la libertad condicional, no avisar a la policía de Lardero y hacer caso omiso de las denuncias de algunos vecinos.
Es probable que al final, si los jueces son coherentes, la familia de Alex reciba algún tipo de compensación económica, que saldrá de nuestros bolsillos, como casi todo, pero los responsables de la tragedia, Marlaska, sus colegas de Gabinete, el PSOE, Podemos y todos esos majaderos que han convertido en signo de ‘progreso’ sacar de la cárcel a gente peligrosa para la sociedad, no pagarán un euro. Ni asumirán culpa alguna, ayudados por unos medios de comunicación cautivos y unos tertulianos de oficio que aplauden todas memeces del Gobierno PSOE-Podemos.
Hablando de memeces, merece una referencia la última del Partido Popular, que está protagonizando un espectáculo lamentable, a cuenta de la pugna entre la dirección nacional y la regional, por el control de la organización en Madrid.
Las maniobras del equipo de Génova 13, para intentar chafar a Isabel Díaz Ayuso, resultan tan ridículas como incomprensibles para cualquiera que sueñe con que el centroderecha gane las próximas elecciones generales y eche de una vez a Pedro Sánchez de La Moncloa.
No sean bobos señores y céntrese en lo importante.
Por cierto, que menuda la que ha liado el bocazas de Ábalos, aquel que alardeaba –en los días en que siendo ministro iba de noche al aeropuerto de Barajas, a pasar maletas y encontrarse en los baños con la chavista Delcy- de que a él no lo echaba nadie de la política.
Parece que la cosa iba de orgías, cintas de vídeo y juergas en Paradores.
¡Virgen Santa!