Era de esperar.
Dar el permiso al artista C.Tangana para grabar un vídeo clip en el interior de la Catedral de Toledo iba a tener consecuencias terminales.
Y el primero que ha tenido que hacer el petate no ha sido otro que el deán por dar esa autorización a sabiendas de que el cantante no iba a protagonizar, precisamente, una pieza de carácter religioso.
Juan Miguel Ferrer no ha tenido más remedio que dimitir de su cargo después de que el escándalo estallase.
Y no puede alegar que no estaba advertido porque el propio arzobispo de Toledio, Francisco Cerro Chaves, ya había mostrado sus reticencias a ese vídeo.
Sin embargo, al responsable del Cabildo catedralicio le pudo la codicia, 30.000 euros de vellón que se pagaba porque C.Tangana y Nathy Peluso se marcaran un vídeo subidito de tono en la Sala Capitular.
El deán asegura no estar arrepentido de haber concedido el permiso, pero sí de haber sido muy confiado y dejar a su libre albedrío a los artistas:
Fue un fallo no estar presente en la grabación y no hacer advertencias sobre algunas imágenes que podían provocar el escándalo de algunas personas. Entre el arzobispo y yo existe cordialidad y sintonía, pero cierto es que ha habido fallos de comunicación.
En el vídeo, C.Tangana y Nathy Peluso aparecen bailando y en actitudes sensuales dentro del templo, entre otras estancias en la Sala Capitular.
Tras el malestar que comenzó a manifestarse en redes sociales desde el mismo día de su publicación, que fue el viernes 8 de octubre de 2021, Ferrer justificó en un comunicado de prensa la grabación videoclip al afirmar que la canción "presenta la historia de una conversión mediante el amor humano" y se apoyó en la letra de la misma: "Yo era ateo, pero ahora creo, porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo".
También argumentó que "a ciertas actitudes de intolerancia contrapone la comprensión y acogida de la Iglesia, tal y como se manifiesta en las secuencias finales del vídeo" y, aunque reconoció que es cierto que el vídeo utiliza "un lenguaje visual provocador", Ferrer puntualizó que el resultado final no afecta a la fe, porque "es un lenguaje propio de la cultura de nuestro tiempo y se ha atendido al bien que pueda producir en los alejados".
Sin embargo, sus superiores no afrontan la cuestión de la misma manera y discrepan de Ferrer.
