Desde que Pedro Sánchez comenzó la ‘okupación’ de La Moncloa, gracias a los votos, saben ustedes, de aquellos que intentaron quebrar la convivencia y la unidad de España, y aseguraron que lo volverán a intentar; gracias, también, al brazo político de la banda terrorista ETA que no esconde su admiración hacia aquellos que asesinaron por igual a civiles-militares, mujeres-hombres, niños-mayores; y, por supuesto, gracias a un partido de violentos, delincuentes y cafres como lo es, sin duda alguna, Unidas Podemos; pues desde ese momento, semana tras semana, tenemos que soportar o una conculcación de derechos y libertades, o una tontería dialéctica, o medidas económicas desastrosas, o un nuevo pisoteo de la justicia, o la compra de votos o la invención de un nuevo chiringuito/cargo para situar a sus familiares y amigos o soportar todo esto al mismo tiempo. Como ocurrió, precisamente, esta semana. De hecho, me atrevería a calificar los últimos siete días como los más vergonzosos desde, mínimo, el inicio de este año. Y ahora me vais a entender.