Que los asesinos de ETA han sido históricamente un instrumento político para el PNV y que buena parte de la sociedad vasca está moralmente enferma son dolorosas verdades, pero nunca se había oído de forma tan clara en el Congreso de los Diputados hasta el 24 de marzo de 2021, cuando Macarena Olona, portavoz de VOX, subió al estrado indignada por una miserable propuesta de los nacionalistas apoyada por Podemos.
Macarena Olona denunció la “complicidad” del nacionalismo vasco con ETA, lo que dejó atónito al portavoz del PNV, Aitor Esteban que gesticulaba en su escaño, musitando incoherente que aquello era una “ensalada de mentiras”.
La diputada de VOX, implacable y tildó la moción del PNV de “grave insulto” y “descrédito” a la justicia española, a la Guardia Civil y a la lucha contra el terrorismo.
“Hoy nos va a escuchar”, advertía.
Olona repasó la hemeroteca del terror, la de los “factores” que han “debilitado” esa lucha antiterrorista.
“El PNV ha sido el gran hándicap desde el nacimiento de la banda” desde el punto de vista político y estratégico. Primero, “alimentando la idea de una ETA buena”, la que luchaba contra Franco, a la que denominaban como “una agrupación de jóvenes que veían con paternal comprensión” y les reprochó que “mienten a sabiendas, ocultando así sus tempranos entusiasmos por el crimen político”.
Reprochó la “tolerancia moral de la comunidad nacionalista vasca” hacia ETA, ha sido directamente proporcional “a la intolerancia mostrada con la Guardia Civil sobre quien el PNV ha volcado su rencor histórico, su odio, porque son el mudo y permanente recordatorio de la unidad de España en el País Vasco”.
Para ilustrar la posición del apoyo del PNV a esa “ETA buena, que inventaron”, destacó la portada del número 25 de la publicación Sabindarrak de marzo 1972 donde se habla de la Guardia Civil como “asesina, canallas”.
“Ha llegado la hora de los explosivos” y aseguraba que “hay que matar a los guardianes del Estado”.