Las secuelas de las erupciones volcánicas tiene efectos negativos sobre el medio ambiente, no solo en las zonas más próximas al volcán, sino que llega a expandirse a muchos kilómetros de distancia. Tanto los gases que libera, como el polvo lleno de ceniza, pueden llegar a contaminar ecosistemas y poblaciones situadas a grandes distancias. Esta contaminación puede generar que la calidad del aire se vea afectada y que acabe siendo nociva al contener partículas de gases como dióxido de carbono, azufre y nitrógeno. En cuanto al agua, la ceniza volcánica produce un cambio en su composición, haciendo que las aguas de lagos y embalses queden totalmente contaminadas.