De vergüenza ajena.
No me dio Dios talento para el chiste o el chascarrillo, pero no me resisto a hacerme eco de un comentario que me ha hecho un viejo amigo.
Dice este paisano, español de pro por cierto, que el emperador Calígula ha pasado a los libros de Historia, entre otras cosas, porque hizo senador a su caballo y que quizá, con lo tonto que se está volviendo el mundo, el socialista Sánchez debería gozar en el futuro de un trato similar, porque no en vano ha hecho ministros de su Gobierno a por lo menos media docena de acémilas.
Yo estoy de acuerdo, porque díganme ustedes que méritos, valores o virtudes tienen miembro del Gabinete PSOE-Podemos, como el tal Alberto Garzón, el enemigo jurado de la chuleta, o la eléctrica Ione Belarra, quien propone para bajar el recibo de la luz a los españoles una solución inspirada en la Venezuela chavista.
Y no les digo nada de Irene Montero, quien en su última entrevista-masaje en la Cadena SER y tras decirle babeando un tal Quique Peinado que tenía un coño como la mesa de grande, todo lo se le ocurrió contestar es que le parecía un piropo muy bonito.
Esa, la del coño grande como una mesa, es ministra del Gobierno de España y entre otras ha instado a que los piropos sean considerados delito en el Código Penal y los ha equiparado con violencia sexual.
Supongo yo que la ex Pablo Iglesias se refería a los piropos que ruedan por la calle, pero nunca a los que sueltan, según ella, en los platós de la Cadena SER, la Sexta y demás medios afines.
Y el tema del día y quizá de la semana es que el chico gay, que hace unos días apareció con la palabra ‘maricón’ grabada a navaja en el trasero, ha confesado que todo fue un montaje, que ni ocho encapuchados, ni portal, ni nada.
Que el doloroso grabado en las nalgas se lo hicieron con su consentimiento, durante una sesión erótico-festiva.
Yo siempre he sostenido que las agresiones homófobas, que según el ministro Marlaska han aumentado en España, se dispararon el día que oímos en una grabación hecha por el policía Villarejo, durante una comilona con el juez Garzón y varios comisarios, como la actual fiscal general del Estado, ex ministra de Justicia de Sánchez, le llamaba a él ‘maricón’.
Con todas las letras.