Los fuegos del Alt Empordà de 2012 fueron un grito desesperado de alarma. La cooperación entre los bomberos de España y Francia era necesaria porque el fuego no entiende de fronteras.
Un Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el Cooperem, ha permitido esa colaboración, como explica Albert Ballesta, responsable del proyecto, al rememorar ese gran incendio.
Vecinos de la sierra de la Albera aún recuerdan el miedo y el sufrimiento al ver acercarse las llamas.
Desde 2018, bomberos de los dos países trabajan conjuntamente para prevenir los incendios. Puntos peligrosos como La Jonquera, que es un corredor de comunicaciones y donde se inició el fuego de 2012, requieren de esas labores de prevención.
La cooperación ha obligado a superar diferencias en las formas de trabajar y a agilizar los operativos.
Aunque la climatología de la zona, como cuando sopla la Tramuntana, no se puede evitar, la prevención y colaboración tranquiliza a los vecinos sabiendo que la vigilancia es permanente a ambos lados de la frontera.