Cuando se cumple el XL aniversario de la intentona golpista del 23 de febrero den 1981, y aunque los periódicos, cadenas de televisión y emisoras de radio van repletas de ‘testimonios heroicos’, quizá sea sano recordar que no hubo en aquellas primeras horas la mínima resistencia popular. Después, cuando ya había hablado el Rey Juan Carlos y se empezó a aclarar el panorama, ya fue cuando el personal comenzó a posicionarse y sacar pecho.
La proclividad a reescribir la Historia, perfilándose a posteriori como héroes se ha convertido en un vicio muy español, especialmente entre periodistas y políticos.
Ahora descubres un montón de gente que alega haber luchado contra el franquismo, cuando no es verdad, porque aquí apenas hubo oposición mientras Franco estuvo vivo y vivía en el Pardo.
Como no hubo oleadas de progres españoles en las barricadas del Mayo del 68 francés. Si todos los que dicen que estuvieron allí hubieran ido, no habríamos cabido en París los españoles.
Por lo que respecta a las negociaciones para la renovación del CGPJ entre el PP de Pablo Casado y el PSOE de Pedro Sánchez yo creo –parafraseando a Cayetana Álvarez de Toledo-que es un espectáculo que se asume como normal y no lo es.
Por varias razones, entre las que la principal es que es ‘cambio de cromos’ atenta directamente contra la imprescindible independencia del Poder Judicial en una democracia.
Al margen de eso, es de escándalo que el socialista Sánchez, mientras mantiene a su lado al podemita Iglesias, que jalea la violencia en la calle, se ponga a pactar con el PP el reparto de los jueces.
El PP tendría que tener una actitud distinta, para evitar que parezca que el presidente del Gobierno es quien ocupa la centralidad.
Y eso se suma, conociendo a Sánchez, que el PP puede salir engañado y escaldado del apaño.