Galeno ya decía en el siglo II que el síntoma sigue a la enfermedad como la sombra al cuerpo. Esa señal que nos manda el corazón, el pulmón o el estómago indica que algo no funciona bien. Un simple dolor de cabeza o unos pies hinchados los percibimos como molestias pasajeras en la mayoría de los casos, aunque en ocasiones también pueden ser indicios de graves enfermedades.
No se trata de convertirnos en hipocondriacos y colapsar las urgencias a la primera de cambio, pero tampoco de permanecer impasibles y confiados ante los avisos del organismo.
“Uno de los problemas que tiene nuestro sistema sanitario, tan bueno y tan envidiado en otros países, es la sobresaturación que se origina en las urgencias hospitalarias como consecuencia del número de pacientes que acuden con unas dolencias menores que pueden ser atendidas perfectamente por el médico de familia”, afirma José Luis Llisterri, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Sin embargo, también se da el caso contrario: pacientes que no recurren a ningún profesional, aunque los síntomas sean más que evidentes y requieran una opinión especializada.
A continuación indicamos algunos de esos indicios a los que deberíamos estar más atentos, porque el diagnóstico a tiempo de una enfermedad puede ser sinónimo de curación.