A medida que aumenta la densidad de población de una ciudad, el dióxido de carbono que emite por persona disminuye, con algunas excepciones notables. Un nuevo estudio de la NASA y la Universidad de Utah sobre las emisiones de dióxido de carbono para 20 ciudades importantes de todo el mundo proporciona la primera evidencia directa, basada en satélites, de esa conclusión.