Eran las 9:40 de la mañana cuando Juan Guaidó salió de las puertas de la sede de Acción Democrática, en La Florida, con el objetivo de ir al Parlamento. Tres autobuses y varias camionetas aguardaban por él y por el resto de los diputados que habían hecho de este lugar el punto de encuentro previo a la sesión de este martes, la primera convocada por esta junta directiva que se enfrenta a otra que también se define como oposición.
Ver el rostro de Guaidó era un acto de suerte. Resultaba más fácil encontrar su imagen en la pantalla de alguna de las cámaras que lo rodeaban que ver un fragmento de su cara. Sin embargo, minutos después las pantallas eran cerradas y Guaidó desaparecía entre los parlamentarios. Pocas personas preguntaron cuál sería la ruta que se seguiría, pero todas sabían lo que había que hacer: seguir a los tres autobuses blancos donde iban los diputados.
Era una caravana. No es la primera vez que los parlamentarios la hacen, meses atrás recorrieron parte del país y cruzaron la frontera. Antes de los autobuses iba Guaidó en una de las tres camionetas que encabezaban el recorrido, aunque aún era difícil saber en cuál, pero lo sabríamos al llegar a la avenida Universidad.
Dos conos y tres policías impedían el paso. La prensa se bajaba de las motos y en ese momento lo supimos, Guaidó estaba en la camioneta plateada de la cual se bajaba para abrir el paso y los transeúntes se detenían para acercarse y gritar: “¡Tú puedes Guaidó! ¡Estamos contigo!”.
Todos los venezolanos sabían que el domingo fueron juramentadas dos juntas directivas para presidir el último año del Parlamento de mayoría opositora, que inició período en 2016. También conocían sobre las irregularidades cometidas ese día cunando fue “electo” Luis Parra para presidir la Asamblea Nacional.
En distintos puntos de la avenida se repitió lo mismo: conos y policías obstaculizando la vía, la presencia de Guaidó y transeúntes. Por ello fue pronto el cambio hecho por el presidente de la Asamblea Nacional de pasar de la camioneta a la moto y, próximamente, al autobús.
A pesar de los constantes obstáculos, el recorrido fue rápido y cuando el Guaidó llegó al Parlamento lo hizo con la caravana que lideró desde La Florida. Pero pisar la esquina del Parlamento no fue lo más difícil del plan, aunque era el secreto a voces más escuchado, tan solo era el comienzo.
Policías y guardias se replegaron tan pronto vieron los autobuses, y los que se ubicaron en la entrada le decían a todo el que grabara: “Si eres prensa entra ahora o no vas a poder entrar después”, una especie de amenaza que los periodistas entendimos, lo que no sabíamos es que a los minutos de ingresar caeríamos en cuenta que no podíamos salir.
Luego se escucharon gritos provenientes del último lugar donde vimos a los diputados, pero desde la entrada donde nos encontrábamos no se podía ver de qué se trataba. Por ende, no se podía informar de ello a pesar de saber que los guardias impedían el ingreso de Guaidó y los diputados