¡Nuevas historias animadas de 2019 que sucedieron de verdad!
Hola, me llamo Ethan. Cuesta creerlo, pero solo tengo catorce años. Me veo un poco mayor de lo que soy, heredé este rasgo de mi padre. En cuanto al otro hijo de mi mamá, Justin, tiene siete, y parece de siete. Cuando él nació, papá se fue de Houston, donde vivíamos todos juntos, para siempre.
De seguro ya lo adivinaste: Justin no era su hijo. Pero yo tenía seis años y era demasiado pequeño para entender qué sucedía. Las cosas fueron así: mi mamá le dijo a mi papá que pronto tendría otro bebé y que quería el divorcio, ya que quería vivir con el VERDADERO padre de ese hijo y criarlo juntos.
Además, mi madre decidió que yo me quedaría con ella, e insistió en que mi padre se alejara de mí, ya que su nuevo esposo me trataría como si fuera su propio hijo. Por otro lado, yo era bastante pequeño, así que podría aceptar esos cambios con facilidad y vivir feliz. Cualquier intento de “compartirme” solo estresaría innecesariamente a todos.
Tal vez te sorprendas, pero tenía razón. Me adapté con mucha facilidad a la nueva situación. Como solo era un niño de seis años, extrañé a mi papá al principio. Pero luego me acostumbré a la idea de que se había ido “al Norte” y que las cosas seguirían siendo de esa manera.
Creo que Sean merece algún reconocimiento, ya que se esforzaba mucho y daba lo mejor de sí para ser un buen padre.
Eso fue antes de que Justin, su propio hijo, naciera.
Supongo que mamá siempre me trató de la misma forma, ella no diferenciaba a ninguno de sus dos hijos. Pero no Sean. No es que fuera grosero conmigo… al menos no al principio. Pero si había una pequeñísima oportunidad de que tuviera que elegir, siempre se inclinaba por Justin. Todos los pequeños éxitos del pequeñín eran alabados como grandes logros, y todos sus problemas se trataban con una empatía sincera. Mi vida parecía haber quedado detrás de escena.
Como si fuera poco, mi hermano y yo cada vez éramos menos parecidos. Claramente Justin era hijo de Sean, mientras que yo me parecía más y más a mi padre con el correr de los años, por más que había olvidado su apariencia.
Mientras más cambiaba mi reflejo en el espejo, más cambiaba la actitud de Sean hacia mí. Se puso mucho más quisquilloso. Me hacía responsable de todo lo malo que pasaba en la casa y me regañaba con severidad. Cuando yo se lo contaba a mamá, Sean actuaba como si estuviera ofendido y me