El gigante asiático está siendo víctima de una verdadera crisis en materia de salud mental, la que cobra dimensiones particularmente dramáticas por el impacto que tiene en los niños. Japón tiene la tasa de suicidio más alta entre los países desarrollados (con más de 30.000 casos al año, de los cuales 20% corresponde a menores de edad), y los expertos buscan las causas.
El psiquiatra Toshinori Kitamura explica que hace diez años se creía que no existía maltrato infantil en Japón: "Hoy se sabe que el porcentaje de niños que viven violencia física y sicológica es alto. Ellos se sienten poco cuidados y muy vigilados, lo que detona en la adolescencia variados trastornos mentales, desde depresión y ansiedad hasta otros más severos". Incluso, agrega, se ha visto el surgimiento de abuso neonatal: madres que maltratan a sus hijos recién nacidos. Junto con eso, se trata de una sociedad en donde los trastornos mentales están recién siendo abordados, por lo que no existe conciencia de que constituyen un problema que debe ser tratado. Las personas, además, no tienen la costumbre de expresar lo que sienten y las muestras de afecto son contenidas. En este escenario, dice a La Tercera el profesor Mark Radford, experto en Ciencias de la Conducta de la U. de Hokkaido, las elevadas exigencias académicas sobre los menores se hacen sentir: "Estamos viendo cada vez más casos de niños que simplemente no quieren ir al colegio debido al estrés y a los índices de violencia escolar". La falta de comunicación al interior de las familias, las largas jornadas de trabajo, el estrés de los adultos y los videojuegos también tendrían su cuota de responsabilidad: "Creo que la exposición a videojuegos ultraviolentos, unido a una falta de sentido de la vida y de conexión con la familia, ha contribuido a alienar a los niños, haciendo que pierdan conciencia de quiénes son ellos mismos y mermando su capacidad para sentir emociones", concluye Radford.