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Hola, ella es Lisa. Durante el último año, intentó mantener a su familia unida desesperadamente, hasta que se dio cuenta de que no lo lograría.
Una de sus memorias más tempranas de la infancia es un día en que toda la familia fue a un parque. No ocurrió nada especial, pero, por alguna razón, las sonrisas alegres de sus padres quedaron grabadas en su mente. Fue un momento de felicidad pura para los tres.
Ese recuerdo hace que lo que les pasó sea mucho peor.
En pocas palabras, un día, tras diecisiete años de matrimonio, el papá de Lisa llamó a la familia y les dijo con mucha angustia que dejaría a su esposa por otra mujer. ¿Cómo se reacciona a una noticia así? Crees que todo está bien y que tus padres se aman y tu vida avanza normalmente. Y, de pronto, algo así ocurre.
Lisa le preguntó por qué a su papá, pero la respuesta era obvia: simplemente se había enamorado de otra mujer.
Así que, bueno, se fue. Quedaron su mamá, que no dejaba de llorar, y ella. La casa parecía vacía y sin vida, las dos lo extrañaban.
Lisa intentó imaginar cómo se sentiría si su futuro esposo la dejara después de casi dos décadas de matrimonio. Debe ser muy difícil saber qué hacer luego.
Después de un tiempo, su papá la llamó y se encontraron en una cafetería. Lisa creyó que quizá quería regresar, que entendía que se había equivocado y que todo había sido un malentendido. Por supuesto, estaba equivocada. En su lugar, lo que él quería era decirle que aún la amaba y que su partida no había cambiado eso. Ella le rogó que regresara con su mamá, que lo considerara y que recordara los momentos de felicidad que habían vivido juntos. Él sonrió y dijo “no es tan simple”.
Luego le dijo que su mamá era una mujer fuerte, que pronto se recuperaría y que Lisa debía apoyarla. Pero ¿y él?, pensó Lisa. ¿Acaso no era la responsabilidad de él apoyarla, por más que ya no estuviera enamorado de ella? Su papá también le dijo que quería que conociera a su novia en algún momento, ella era una buena persona, y de seguro las dos se llevarían bien.
La tomó de la mano. Lo único que Lisa pudo hacer fue asentir en silencio. Quizás él tenía razón. Ella no quería perder a su papá, aún lo amaba.
No fue fácil regresar a casa ese día. Su mamá era una sombra de lo que había sido, ni siquiera se molestaba en peinarse el cabello por las mañanas. Era difícil ver así a una persona que había admirado toda la vida. Una parte de ella la odiaba por ser tan débil.
En un punto, Lisa perdió la calma y le dijo a su mamá que tenía la culpa de que su papá se hubiera ido. Ella lloró peor que antes, y Lisa se sintió terrible por haber dicho algo así. Se disculpó al menos diez veces en menos de media hora.
Su mamá comenzó a contarle todo sobre su relación, decía que las cosas habían empeorado cada año, que ya sabía que algo así ocurriría tarde o temprano. T