★ Suscríbete a ASÍ ES LA VIDA: http://bit.ly/2rH5mEv
Él es Esteban. ¿Conoces la frase “El Gran Hermano te está mirando”? En el caso de él sería “La Gran Madre te está mirando”. Suena perturbador, ¿eh? Todos queremos crecer, pero, en el caso de Esteban, hacerlo es una necesidad urgente. Su mamá es una controladora obsesiva que necesita estar al tanto de cada uno de sus pasos.
Antes de comenzar la escuela, Esteban nunca había notado que algo andaba mal en su vida. Tiene una mamá soltera y, por supuesto, ella siempre lo amó mucho, lo defendió de cualquier cosa y nunca se apartó de su lado. Es normal para un niño pequeño. Pero la escuela es el momento para aprender a ser independiente, de a un paso por vez. Él aún recuerda el primer día: seguro has visto que a menudo los niños lloran cuando los separan de sus padres por primera vez. Bueno, en el caso de Esteban también hubo lágrimas, pero venían de su mamá, que gritaba: “Por favor, no te vayas, por favor”.
Desde entonces, su mamá siguió cada paso. Iba todos los días a buscarlo a la escuela pero, en lugar de regresar a casa en el instante, ella buscaba a los maestros y les pedía las noticias diarias del progreso de su hijo. Era muy cansador para ellos, aunque durante los primeros meses se mostraron comprensivos. Ya sabes, madre soltera. Pero pasado un tiempo le pidieron que se detuviera. Se quedaba en la habitación de él y lo miraba hacer la tarea. ¡Su cuarto ni siquiera tenía una puerta! Cuando Esteban quería salir a caminar con los niños del vecindario, ella decía: “Voy contigo, no te molestaré, no te preocupes”. ¡Y eso hacía, los seguía y lo miraba a la distancia! De más decir que Esteban no tenía muchos amigos. Nadie quiere que lo observen todo el tiempo.
A medida que él creció, comenzó a entender que esas no eran preocupaciones normales de padres. Le preguntó a su mamá por qué lo seguía constantemente, por qué no podía darle al menos un poco de privacidad. Ella le respondió: “¿Por qué? ¿Tienes secretos que no le estás diciendo a mami? ¿Qué querrías ocultar de mí?”. Lo peor ocurrió hace poco, en los primeros años de adolescencia. Esteban tenía sus redes sociales, su teléfono, su blog. Quería mantenerlos en secreto, pero su mamá se las ingeniaba para encontrarlos, obtener las contraseñas y controlar todo lo que él subía. A él le resultaba muy frustrante llegar a casa y que ella le hablara de las últimas conversaciones en línea con alguien. Intentó rebelarse, cambiar las contraseñas y conseguir una condenada puerta para su cuarto. Pero solo logró que su mamá se pusiera histérica y le hablara de lo peligroso que es el mundo, un mundo lleno de criminales y pedófilos. Decía que la entendería cuando tuviera sus propios hijos.
A los 14, llegó el momento de tomar medidas drásticas. Esteban comprendió que era imposible razonar con su mamá y convencerla de que lo dejara tener una vida. Así que c