El hallazgo tiene profundas implicaciones para entender la extraordinaria adaptabilidad del cerebro de los primates, y para el éxito clínico de dispositivos operados por el cerebro que permitan a los minusválidos controlar su entorno.
En un informe a cargo de Miguel Nicolelis, Mikhail Lebedev, y otros colegas suyos, se presenta un detallado análisis de los datos obtenidos en experimentos pasados, donde, por primera vez, se descubrió que los monos podían ejercer control sobre un robot por medio de sus cerebros. La prueba fue hecha implantando una matriz de electrodos -más delgados que un cabello humano- en los lóbulos frontal y parietal de dos hembras de macaco rhesus. Las débiles señales de los electrodos fueron detectadas y analizadas por un sistema informático desarrollado para reconocer patrones de pulsos que representen movimientos del brazo de un animal.