Las hijas de Germán Delfino son su perdición. Diego Ripoll le pregunta si cuando dirige, entre los jugadores encuentra actitudes infantiles como las que ve en su casa. El invitado cuenta que los futbolistas son tercos y caprichosos. Además de árbitro tiene que transformarse en psicólogo y otras cosas para sacar adelante un partido.\n\n"Hay de todo, la verdad que hay de todo. Pero bueno, trabajamos para tratar de dirigir un partido. Hay que ser un poco psicólogo y un poco de todo para que salgan bien los partidos, y más en el fútbol argentino que es difícil. La verdad es que es un lujo y un privilegio pero es exigente".\n\nRipoll hace el paralelismo con los maestros de escuela. Los jugadores todos deberían adecuarse al árbitro que es uno solo y no al revés. Delfino dice que con los años y habiendo dirigido varias veces al mismo jugador, el árbitro va conociéndolos y sabe las mañas de cada uno. "Muchas veces tenés buena relación con un jugador y pasan situaciones en un partidos y esa buena relación pasa a ser tirante. Ellos tienen que entender que ellos tienen que jugar y nosotros dirigir".