Madrid, 11 jul (EFE).- Más flamenca, más electrónica, más urbana o más popera, desbocada o en susurros, en todos sus registros se ha llevado Rosalía de calle la apertura de la cuarta edición de Mad Cool, con unas 40.000 personas a las que ha empujado hasta este festival para llevarles tanto al éxtasis como al silencio.
Con ella y con otros artistas como Bring The Horizon y Lykke Li ha tenido lugar este miércoles la "Welcome Party" de la multitudinaria cita madrileña, una de las más populosas del país, que abría sus puertas en medio de muchas incertidumbres por los hechos del pasado año.
Frente al caos de la inauguración de esa edición ante el aumento exponencial de su aforo y el traslado a este nuevo espacio, la primera toma de contacto de Mad Cool 2019 se ha saldado con relativa normalidad, pocas colas en los accesos y sin atascos de tráfico al haberse restringido la circulación de vehículos privados en las inmediaciones (salvo para público con entrada VIP).
Desde la apertura de puertas y el inicio de la música en torno a las 17.30 horas con The Amazons y The Gulps, cientos de personas han ido llenando las instalaciones para disfrutar de actuaciones como el luminoso pop con sintetizadores de los británicos Metronomy y la lúdica fusión coloreada con metales de The Cat Empire, que han contado como invitado con Jairo Zabala, alias Depedro.
El objetivo, no obstante, estaba claro: Rosalía. Ama del "hype" actual y diva de "fashionistas" que no perdían la oportunidad de registrarlo todo gráficamente, han sido miles las personas que desde temprano buscaban un puesto frente al escenario principal para disfrutar de la hora de directo de la catalana en su primera actuación en Madrid en 2019.
Atrás quedaba su estreno en el festival Cultura Inquieta, hace poco más de un año, cuando aún no se había lanzado el exitoso "El mal querer" (2018) y el fenómeno solo se intuía, así como el estallido que supuso su actuación gratuita después en noviembre en la Plaza de Colón.
Su sola presencia en el escenario, embutida en unos leggins cortos dorados y un blusón de volantes, ha desatado una locura de gritos convertida en un canto coral cuando se ha arrancado con los primeros versos de uno de sus temas más celebrados: "Me da miedo cuando sales / Sonriendo pa' la calle / Porque todos pueden ver / Los hoyuelitos que te salen".
Como en sus anteriores conciertos, a Madrid ha llegado con la asistencia de dos palmeros, dos coristas, un nutrido cuerpo de bailarinas, todas de blanco, que amplificaban con sus movimientos impetuosos el drama de muchas de sus composiciones, y el toque de El Guincho adornando con su teclado y caja de ritmos las bases pregrabadas.
"¡Madrid, me hace muchísima, muchísima, muchísima ilusión estar aquí!", ha exclamado en varias ocasiones, dentro de un espectáculo en el que "El mal querer" ha ejercido de espina dorsal, pero en el que no ha dejado de anticipar temas inéditos, véase "Como ali", "De madrugá" y "Lo presiento".